lunes, 11 de febrero de 2008

La llegada a casa... Medellín!


Mis papás suspiraron aliviados cuando pisé suelo paisa. Por fin se acababa la incertidumbre de saber donde dormiría, comería, a donde iría y con quienes. Pero eso nunca se acaba, porque viajar se lleva en el alma y yo ya estaba planeando como conocer mi propio país que era el que me faltaba. Y mi papá ya me tenía el primer destino: Navegar una parte del Río Magdalena!!!

Pero primero podía tomarme un descanso, comer en mi casa, dormir en mi cama, jugar con mis perros y montar mi caballo. Además ver mi ciudad, esta vez con otros ojos.

Como dice Facundo Cabral:

"Después de ver las maravillas del mundo
no hay nada como regresar a la patria..."


Medellín me esperaba con sus montañas verdes, más verdes que cualquier otro verde posible y sus personas excepcionales.

Para todos aquellos que me han acompañado en este viaje, por medio de mis historias y que aún no conocen Medellín, se los voy a contar, desde mi punto de vista, seguramente poco objetivo, pues aunque cada sitio que visité fué hermoso y logró conmoverme, este es MI sitio. Este es MI lugar. Esta es MI ciudad.

Es una ciudad grande con alma de pueblo. Tiene mucha más gente de la que todos creemos, tres millones de habitantes en el Valle de Aburrá, pues además se han ido adhiriendo a ella pequeños pueblos que quedaban en los alrededores y fueron casi absorbidos por la gran urbe.

Si tengo que escoger una palabra para describir su paisaje, escojo "verde". La rodean montañas por todos lados, todas verdes. Está llena de árboles y huele a verde. Estando aquí uno se acostumbra y se le olvida lo verde que es, pero al llegar de otro sitio, es lo primero que impresiona, el color predominante.

Esta llenita de personas que se consideran felices a pesar de todos los problemas pasados y presentes, que aman cada calle como si fuera la sala de su propia casa y la cuidan como si fuera su jardín.

Tiene un metro que no se compara en organización, cultura y limpieza a ningún otro que haya conocido (y conste que monté en casi todos los de Suramérica y en muchos de Europa y USA, así que hablo con conocimiento de causa) y del cual todos los habitantes nos sentimos tan orgullosos, que estamos dispuestos a discutir con cualquiera que opine lo contrario!

Las personas son solidarias, amables, serviciales. El día que llegué, mi mamá me pidió que la acompañara a hacer unas compras. Paramos en un semáforo y un señor vendía cerezas. Mi mamá preguntó cuanto costaban y el señor dijo: "15.000 pesos".
Mi mamá miró su billetera y vio que no tenía suficiente dinero, así que le dijo: "No, luego paso porque no tengo plata" y el señor le contestó: "Lléveselas señora y ahora pasa y me las paga". Eso solo pasa en Medellín.
Mi mamá, al regreso a casa, pasó a pagar las cerezas y el señor estaba ahí, sonriente y confiado de que ella volvería, porque así es la gente de aquí. La palabra es la palabra!

Gracias a todos. Gracias por sus cartas, sus comentarios. Gracias por seguir mis historias, por darme un espacio en su tiempo. Gracias por reír y por llorar conmigo durante estos 5 meses.

A partir de la próxima semana, vendran más historias sobre Colombia, así que los espero de nuevo.

Sigan soñando viajeros, sigan recorriendo el mundo aquellos que ya empezaron y anímense a hacerlo aquellos que aún no empiezan. Nunca es tarde. No hay edad, dinero ni tiempo, solo el deseo de explorar, de conocer y sobretodo de vivir!

Que las estrellas los guíen...

Buen viento y buena mar!


Angélica

sábado, 26 de enero de 2008

De Chile a Perú a Colombia!


De Chile pasé en bus a Perú y ahi se nota la diferencia!

Cuando me subí al bus en Chile, una señora indígena me preguntó si podía llevar una chaqueta en la mano como si fuera mía. Como buena Colombiana, adoctrinada en aquello de "no acepte llevar nada para extraños o cuyo contenido no conozca", me negué.

La mujer intentó lo mismo con los demás pasajeros. Algunos no aceptaron, pero la mayoría si le llevaron chaquetas. El objetivo era pasarlas si declarar, como objetos personales, hacia el Perú.

Este comercio ilegal funciona en ambas vías. De Chile sacan ropa usada para revenderla en Perú. De Perú llevan ropa nueva para venderla en Chile. Llenan los buses debajo de las sillas, en los compartimentos para el equipaje de mano y se la dan a los pasajeros, quienes deben ponérselas durante el proceso de migración e inmigración para hacerlo más creíble... en realidad creo que los policías se hacen los tontos, pues no se imaginan el ridículo espectáculo de 30 pasajeros en pleno desierto a 40 grados a la sombra, con chaquetas para el frío, todas del mismo color!

Pero que pueden discutir los policías si la gente dice que son suyas?

En la aduana los policías suben y empiezan a arrojar por las puertas del bus todo aquello que encuentran sospechoso. Esta mercancía la pierden los comerciantes. Viven de aquello que logren colar por la aduana. Llenan el bus de niños, con la complicidad de los choferes, pues los aduaneros son más condescendientes con los chicos.

Pueden ver en las fotos, algunas de las escenas de prendas arrojadas al suelo y el tamaño de los equipajes de las personas. No hay muchas fotos, pues los aduaneros decidieron que era ilegal fotografiarlos y amenazaron con quitarme la cámara.

Una señora subió a una niña de unos 7 años con varios jeans, uno encima del otro, chaquetas, sacos, botas... en fin, cuanto pudo y la señora fué detenida por los aduaneros. La niña sin saber que hacer, no dijo nada, se quedó sentadita en el bus, calladita y unos 3 km después, un pasajero del bus notó su presencia. La niña se puso a llorar sin saber que hacer, el bus no podía devolverse y el chofer pretendía que la niña se bajara y volviera caminando.

Ante la protesta de algunos de nosotros, el chofer siguió hasta el próximo puesto de seguridad vial y dejamos allí a la pobre chiquita, sin plata, sin saber cómo llamar a su tía y con toda la ropa encima.

Como buen comercio ilegal, los más afectados terminan siendo los niños a quienes además nadie les pregunta por su voluntad o no de participar en este teatro absurdo.

Finalmente llegué a Lima, después de 30 horas en bus, desde dónde mi papá me había conseguido un vuelo de Avianca con millas! Antes de irme ví de nuevo a Fanny, Izia, Loic y François en Lima (ver historia de Lima).

Las autoridades aeroportuarias me hicieron botar el contenido del spray de pimienta, regalo de Juan y Márgara, que tan útil me fué durante el viaje, pues solo apretarlo en mi mano me hacía sentir más segura.

Y empezó mi segundo vuelo en este viaje (el primero fué el de Nazca), con una sensación ambigua de descanso por llegar a dormir en mi cama y de tristeza por abandonar las rutas y los caminos con los que ya me sentía uno!

Esta aún no es la despedida, no dejen de leer, que en la próxima les cuento como fué la llegada a casa!

lunes, 21 de enero de 2008

Hacia el norte de Chile... el regreso en camión!


Al regreso hacia Perú, me detuve en La Serena, Copiapó, Iquique (antiguo territorio peruano, perdido durante la Guerra del Pacífico) y finalmente Arica.

De cada uno de estos sitios no hay mucho que decir, pues fueron solo paradas cortas para conocer la ciudad y admirar el paisaje, cambiante a cada kilómetro y a la vez increíblemente monótono dentro de sus dunas de arena desértica.

El desierto de Atacama es muy diferente del Sahara o del desierto de Nazca. La arena no es del color del oro, ni suave, ni produce esa sensación de agua corriente de las dunas que había visto hasta ahora.

El desierto de Atacama, el lugar más seco de todo el mundo, tiene dunas de arena compactada, que más parecen piedras a simple vista, pero que se desmoronan con facilidad al tácto. El color es grisáceo, con grandes manchas blancas que corresponden a los salares, lo cual le dá un tono más triste que desértico.

Las carreteras son increíblemente monótonas, lo cual aumenta considerablemente los índices de accidentalidad, pues los conductores se duermen con facilidad. Esto hace que también se incremente su voluntad de recoger viajeros, así que no me faltó transporte y a ellos no les faltó conversación, como se imaginarán.

Esta última etapa del viaje estuvo marcada irremediablemente por los camioneros. Antes de este viaje, nunca les dediqué mayor esfuerzo mental que el que implicaba pensar en lo estorbosos que son en las carreteras y lo dificil que hacen el pasárselos en la vía.

Sinembargo el viaje cambió mi apreciación. No tengo una sóla queja de ellos.

Si, viajé sola y no, ninguno me hizo ni la más mínima insinuación fuera de lugar.

Conversábamos de la vida, de política, de sus recuerdos de la época de la dictadura chilena que ha sido mi tema recurrente y obsesivo durante esta etapa del viaje, de Bachelet y sus política sociales, de su trabajo en los camiones, de sus familias, de sus penas, sus alegrías, sus orgullos... en fin, cada uno aportó una pieza pequeña al rompecabezas de mis ideas prejuiciosas con estas personas que no son más que hombres amables que llevan una vida difícil, pero sin los cuales sería imposible que un país marchara.

Son las sangre de cada país, que recorre sus carreteras como venas y llevan todo aquello sin lo cual no podríamos vivir: Los alimentos, los empaques, las bebidas, el combustible, los mensajes de amor y de odio... todo, absolutamente todo depende del trabajo de estos hombres, que sacrifican a sus familias, pues las ven únicamente 4 días al mes (no cada domingo, solo 4 dias juntos en un mes), durante toda su vida.

Son padres sacrificados que quizá, si pudieran, cambiarían su trabajo para estar más con sus hijos, esposos dedicados que en muchas ocasiones son abandonados por otros hombres más cercanos, más reales, más presentes. Cabezas de familia orgullosos de los logros de sus hijos, a quienes presionan a que estudien y vayan a la universidad...

Así que esta historia es un abrazo a todos ellos, que se portaron conmigo como lo haría un padre, generosos y desinteresados. Que me sacaron de Chile cuando ya la plata para volver por mi cuenta escaseaba, me dieron de comer en cada parada y hasta me dieron hospedaje cuando fué necesario, sin pedir a cambio más que la compañía y las historias de mi viaje.

Todos tienen la dirección de esta página, pero seguramente pocos podrán leerla, a menos de que sus hijos les ayuden. Sinembargo, aún si nunca ven ésto, van para ellos mis agradecimientos silenciosos por su ayuda, su generosidad y por haberme alejado un poco más de los prejuicios y haberme dado esta nueva lección de humildad!

miércoles, 16 de enero de 2008

Valparaíso y Viña del Mar





Llegué a Valparaíso a alojarme en casa de Hugo de Couchsurfing y su familia. Me recogieron en la estación del metro y fuimos a su casa, donde viven Hugo, su esposa Maria Eva y los hijos adolecentes, Ignacio, Francisca y Renata.

Mi primer día en Valparaíso, Renata de 13 años, quien es una entusiasta de la ecología y la fotografía, me acompañó a recorrer la ciudad.
Visitamos la Sebastiana, otra de las casas de Neruda, que mantiene el esquema de barco, como le gustaba al poeta y tiene una vista increíble sobre el pacífico.

Subimos a los famosos ascensores de Valparaíso y recorrimos el museo a cielo abierto, que es una colección de murales callejeros, obra de diferentes artistas locales que pueden apreciarse en un recorrido por las calles de uno de los cerros de la ciudad.

Almorzamos con Hugo en "La piedra Feliz", un restaurante que recrea un pueblo chileno, con sus casas y callejones. Conocimos el Café del Poeta y el Club Social J. Cruz, donde existe una colección increíble de los más variados objetos y donde las personas dejan sus firmas, fotos y nombres en las vitrinas y mesas del restaurante, logrando un efecto caótico de desván, que al final resulta muy bonito.

Valparaíso me encantó. Es una ciudad vieja, con un aire bohemio y artístico, llena de ascensores, funiculares y callejones pequeños con casitas de los más variados colores.
Algunas de las casas son construcciones sólidas con paredes revocadas y otras tienen sus paredes recubiertas de lata, para protejerlas del viento, el agua y el salitre.

Las personas pintan sus casas con murales, el arte callejero se aprecia en cada esquina, dándole a la ciudad un ambiente mucho más bohemio aún.

Fuimos también a Viña del Mar, que es una ciudad mucho más moderna y para mi gusto, no tienen el encanto de Valparaíso. Sinembargo canté una canción, así que ahora mi curriculum musical incluye haber grabado un CD, cantado a dúo con Serrat y Sabina y haber cantado en Viña del Mar. Pocos artistas Colombianos pueden incluír tantos logros en su curriculum... no creen?

En la noche fuimos a comer a un restaurante. El mar de Viña pegaba fuerte contra las piedras y se levantaba en olas inmensas contra el sol del atardecer. Era un espectáculo hermoso! Renata y yo tratamos de fotografiarlo... Y terminé bañada de pies a cabeza por una ola monumental!!!

El día que me iba la familia organizó un Picnic en el jardín, almorzamos y luego me pusieron en contácto con un camionero que ellos conocían, para que me llevara hasta Copiapó. Fué mi primer viaje en camión de noche, pues evitaba hacer dedo después de las 8 pm, pero como era alguien conocido me fuí con ellos.

Me fué muy bien, como siempre, dormí todo el camino y llegué en la mañana a Copiapó...

Santiago de Chile


Luego de más horas y más camiones llegué a Santiago a casa de Carlos y Flyter de Couchsurfing.

Me recibieron a pesar de que ya tenían otros 3 huéspedes... y me recibieron con comida! Venía muerta del hambre.
Había en su casa dos chicas canadienses y un brasilero. Las paredes estaban llenas de cartas de otros cuchsurfers y de papelitos con instrucciones y normas de la casa para viajero,las cuales incluían no acostarse antes de las 8 pm (dada la experiencia previa vivida con un alemán).

Fueron unos días muy "chévres" como diríamos en mi tierra. Cocinamos, comimos, jugamos cartas, trasnochamos, hablamos hasta tardísimo del proyecto de Couchsurfing, de política colombiana, chilena y suramericana en general, de viajar a dedo... en fin, el tema no faltó.

Además me dediqué a recorrer las calles de Santiago, al mejor estilo de Pablo Milanés con su canción "Yo pisaré las calles nuevamente" (como pueden ver en el álbum que a mi me parece, quedó muy bonito!).
Fuí uno a uno a visitar el lugar de los hechos históricos que llevaron a Chile a ser el primer país en elegir un presidente comunista por votación popular, y luego a arruinar su gobierno, bloqueando todas sus salidas para luego ser empujado al suicidio por el General Pinochet quien, en lugar de restaurar la democracia como esperaba USA que apoyó su gesta anticmunista, se adueñó del poder y terminó por restaurar lo material a costa de la sangre, la dignidad y los derechos de los chilenos.

No me interesa entrar en discusión política, pues me pasé en eso mi tiempo en Santiago. Si quieren ver la recreación de esa canción que me llagaba al alma y que nunca creí que podría vivenciar de esta forma tan especial, pueden ver el álbum.

Recorrí pues Santiago, una urbe ejemplar, limpia y ordenada. Con un sistema de trasporte puntual pero poco efectivo por la dificultad que representa entender la estructura de la ciudad. A excepción del metro que si funciona de maravilla. Ahí me abrieron el bolso y trataron, sin éxito gracias al cielo, de robarme!

Visité también la Villa Grimaldi, un mausoleo de recuerdos y espíritus de personas comunes y corrientes que fueron torturados, desaparecidos y asesinados durante la dictadura y que hoy se ha convertido en un parque en memoria de la paz.

También fuí a la Chascona, la casa del poeta Pablo Neruda y recorrí su interior que recuerda un barco o un laberinto o simplemente un verso de su poesía.

Esta casa fué nombrada en honor a su esposa Matilde Urrutia a quien él cariñosamente llamaba "La Chascona" por su pelo rojo y alborotado y quien tuvo que restaurarla luego de que los militares de Pinochet la destruyeran cuando llegaron buscando al poeta, el mismo día del golpe militar de 1973, pues Neruda era comunista y considerado rebelde, pero para ese entonces se encontraba ya en su lecho de muerte.

Finalmente me fuí de Santiago, luego de despedirme de Flyter y sobretodo de Carlos, con quien nos entendimos muy bien.

Salí a la carretera que Va al paraiso... y allí me fuí!

El Chiflón del Diablo...Subterra...Subdignidad


Fuí a Lota, una zona de minas subterráneas de carbón y entré al "Chiflón del Diablo". Es una mina a 140 metros por debajo del nivel del mar y de 550 metros de longitud mar adentro, donde antiguamente se obtenia carbón en grandes cantidades, permitiendo que esta región fuera una de las más prolíficas de Chile.

Una vez se descubrieron las minas de carbón a tajo abierto, es decir que no son subterráneas, en Colombia y Venezuela, el carbón chileno dejó de ser competitivo en el mercado y las minas cerraron para siempre, dejando a los pobladores sumidos en la miseria y a las minas, abiertas sólo a los turistas que vienen entre otros a observar las locaciones de la película "Subterra" que fué filmada en este lugar.

En la mina se puede vivenciar la dificultad del trabajo de estas personas, que extraían el carbón agachados en una posición muy incómoda (pueden verme sacando carbón en las fotos), durante 12 horas diarias, siete dias a la semana, sin derecho a descanso y sin más remuneración que "fichas" intercambiables en las pulperías que pertenecían a los mismos dueños de las minas... Negocio redondo!

Sólo hombres podían trabajar e incluso entrar en la mina. Los que tenían hijos pequeños los enseñaban desde los 7 años a trabajar, por si un dían enfermaba el padre, el hijo asumiera su trabajo y la familia no fuese expulsada del pueblo, en el que solo podían vivir las familias de mineros. Si una familia sólo tenía hijas mujeres estaba condenada al hambre y al destierro una vez faltara el padre.

Los propietarios de las minas que antes explotaban a los obreros, incluso a niños desde los 7 años, exponiéndolos a peligros increíbles como los famosos corredores de fuego, hoy en día no se preocupan por la suerte que corren los ex-mineros que hoy no tienen trabajo y nunca aprendieron a hacer nada diferente de sacar carbón.

Para quienes no conozcan el término (como yo, antes de llegar a la mina), los corredores de fuego eran niños pequeños (entre 7 y 9 años) que eran enviados a detectar la presencia de gas metano en el interior de la mina. Había dos razones para que fueran de esa edad. La primera era que su tamaño les permitía estar cerca del gas que se acumula a ras de suelo y la segunda que sus vocecitas agudas les permitían gritar sin correr el riesgo de causar un derrumba el interior de la mina.

Los niños eran envueltos en sacos húmedos y se les daba una antorcha con la cual debían ir buscando el gas. Cuando lo encontraban, este explotaba, así que debían gritar: "Grisú", para advertir a los mineros y arrojarse al suelo cubiertos por los sacos húmedos que los protegian del fuego causado por el gas y la antorcha. Como se pueden imaginar no siempre corrían con suerte.

Luego de la llegada de los ingleses empezaron a usar canarios y luego loros (más fáciles de conseguir por ser nativos), que morían rápidamente cayendo de espaldas al entrar en contácto con el gas. Hoy en día los chilenos aún utilizan la expresión: "Se cayó de espalda el loro", para explicar que alguien muere.

Pedro, nuestro guía, quien perdió un brazo trabajando en la mina, no recibió indemnización ni nada parecido despues de su accidente y debe agradecer a los dueños de la mina que le permiten realizar esas visitas guiadas a cambio de las propinas de los turistas de buena voluntad.

Hoy en día los pobladores de Lota se dedican al "rebusque", es decir, trabajan en lo que pueden, viven de la caridad de los turistas, evitan usar la electricidad porque no pueden pagarla... Una situación muy particular que me ocurrió, refleja claramente la situación de estas gentes:

Debía tomar un taxi desde la mina hasta el sitio dónde estaba el bus para regresar a Concepción. Le pregunté al taxista cuanto cobraba y me dijo: "Lo que usted quiera darme patrona". Como tiene que estar uno de necesitado para no poner siquiera precio a su trabajo y considerarlo caridad?

Fué una visita muy interesante, pero muy triste. Creo que cualquier persona que reniegue en algún momento de su trabajo, deberería visitar este lugar, para darse cuenta lo que son condiciones laborales infrahumanas.

Concepción, Penco y Talcahuano


A Concepción llegué una tarde, despues de muchas horas de viaje en unos 6 camiones.

Llamé a la mamá de Cristian, el amigo de Chiloé, con mucha pena de pedirle alojamiento, pero cual no sería mi sorpresa al ver que me esperaban. Cristian la había llamado.

Llegué justo a la inaguración del local familiar de comidas rápidas "Brontosandwichs". La familia vive en Penco, una comuna de Concepción, ubicada a orilla del mar y con unas playas preciosas.

Me recibieron súper bien, todos muy lindas personas y muy unidos en una numerosa familia. Todas las noches mientras estuve allá me dediqué a ayudar en el negocio. Además recorrí Penco, hablé por horas con Lucho, hermano de Cristian, quien es un tipo súper interesante y me contó mucho sobre la historia de Chile.

Además recorrí los alrrededores. Fuí a Talcahuano, una playa a una hora y media de Penco, donde se encuentra el "Huascar", un barco que originalmente fué Peruano y que logró hundir al barco Chileno "Esmeralda", durante la guerra del pacífico. Luego el Huascar fué capturado y retenido por los Chilenos que hoy lo exhiben muy orgullosos de su valor y llenan sus alrededores de placas conmemorativas, que recuerdan los triunfos, más no las pérdidas invaluables de vidas humanas durante la guerra.

La verdad, más que los barcos, en Talcahuano me encantaron los lobos marinos, que acuden a la orilla atraídos por los turistas que los alimentan y posan para la cámara como si hubieran nacido para eso.

Fueron unos días muy lindos con la familia de Cristian. Además de estas zonas, fuí a Concepción, a visitar la universidad (famosa por ser la cuna del movimiento revolucionario de izquierda en Chile y opositora de la dictadura de Pinochet), a los parques, a las playas... en fin, me caminé la ciudad lo más que pude y me deleité con sus ofertas culturales: Espectáculos, libros, música...

Pero como llegué (a dedo) tuve que irme.

Frutillar y el viaje a dedo (autostop)


De Chiloé salí a Puerto Montt, donde sufrí mi primer accidente de viaje.
Mientras caminaba hacia la terminal de buses tuve que pasar por un área de construcción y una de las cintas que usan para delimitarla se había caído al suelo. Me enredé en ella y como llevaba el morral a la espalda, perdí fácilmente el equilibrio y me caí.

Me raspé las dos rodillas (como niña chiquita), me golpeé la cabeza y me hice una herida en la mano, de la cual me salió sangre.
Las personas muy amables me ayudaron a levantarme y me ofrecieron llamar a una ambulancia. Sin embargo no era necesario. Fuí al baño de la terminal, me lavé y desinfecté la herida de la mano y las rodillas, me puse una venda y me tomé algo para el dolor de cabeza.

Luego almorcé y salí a la carretera a esperar un camión que me llevara a Frutillar. En menos de 3 minutos alguien me paró y me llevó hasta allá y una vez llegué me hospedé donde una señora que alquilaba unos cuartos extra muy baratos (a precio de chile, es decir como a precio de hoteles cinco estrellas de Bolivia).

Frutillar es un pueblito muy alemán a orillas de un lago. Es también famoso por su cultura musical, que se ve reflejada en los sonidos permanentes de música proveniente de instrumentos clásicos (pianos, violines, violonchelos, etc.) que se escuchan salir por las ventanas de las casas.

Recientemente además construyeron un gran auditorio para conciertos que contrasta en tamaño con lo pequeño del pueblo.

Comí tortas y pasteles alemanes, caminé por el lago, recorrí el pueblo y me senté en la noche a conversar con mi anfitriona que me contó toda su historia.

Al día siguiente volví a la ruta, esta vez buscando un camión hasta Concepción... en menos de 5 minutos paró uno y me llevó hasta la ciudad, donde me alojaría con la familia de Cristian.

Hacer autostop en Chile es relativamente seguro, los conductores de camiones son muy amables, las distancias son muy largas, así que siempre les cae bien una compañía y hay solo una ruta principal que recorre el país de norte a sur. Así que para llegar a cualquier lado no hay más que seguir esa ruta hasta la altura de dónde uno quiere ir y ahí tomar otro camión por la ruta perpendicular hasta la ciudad de destino.

Los altos costos en Chile hicieron que tuviera que viajar siempre por este sistema, así que los buses interurbanos chilenos no los conocí!

lunes, 7 de enero de 2008

La isla de Chiloé


Puede ser que el haber encontrado compatriotas en la ruta me haya alborotado la nostalgia, pero cuando llegué a Quemchi, en Chiloé, me pareció haber llegado al puerto de Buenaventura, con su cielo gris, su aire húmedo y pesado y su incesante lluvia menudita.

El paso en ferry hacia la isla me hizo pensar en aquel viejo ferry que tomé tantas veces con mi papá para cruzar el río Magdalena hacia la isla de Mompox.

Pero luego llegaron los pingüinos. En Colombia no hay pingüinos. Nunca había visto pingüinos, excepto en acuarios y zoológicos. Y ahí estaban, en Chiloé cientos de pingüinos magallánicos y ... solo para mi!

Me hospedé en casa de Oscar de couchsurfing... ya ven, hasta en Chiloé hay couchsufers! Él y su polola (novia en chileno) Cecilia son un amor! La ciudad donde vive Oscar se llama Quemchi y es un puerto pequeño cerca a Ancud, que es una ciudad más grande. Con Oscar y Cecilia comimos, hablamos, escuchamos música colombiana, sobretodo cumbia que no se parece en nada a lo que llaman cumbia en Chile.

Además me hicieron una introducción a los chilensmos que tendría que aprender para el resto del viaje. Pololo (novio), pelar (hablar mal de los demás, que es el deporte nacional chileno), al tiro (inmediatamente)... en fin, todo un nuevo diccionario que debía reemplazar los argentinismos ya aprendidos!

La capital de Chiloé se llama Castro y tiene la iglesia en madera más grande del mundo. Acostúmbrense! En Chile todo es lo más...algo...del mundo.

Chiloé está lleno de casitas de colores vivos construídas sobre pilotes para protegerlas de la humedad. La gente tiene más influencia en su fisionomía de los indígenas Mapuche, que eran los chilenos originales. es posiblement el lugar más pintoresco que he visitado hasta ahora.

Recorrí esta isla con Jonathan, que seguía acompañándome en el viaje, haciendo su terapia de vivir a mi ritmo... aunque creo que casi lo enloquezco!

Conocimos a Paul, un francés que trabaja 8 meses al año en Francia para luego venirse 4 a Chiloé y que está construyendo una casa con las ventanas al revés frente al océano pacífico...

Y a Cristian, que es de Concepción, pero trabaja en Chiloé y es pescador. Es todo un personaje sacado de un cuento y me puso en contácto con su familia en Concepción, dónde luego me alojé.

Jonathan siguió de regreso a la Argentina y yo me fuí a Frutillar... una aldeita alemana en el sur de Chile!

domingo, 6 de enero de 2008

No llores por mi Argentina...


Y como vine... tuve que irme.

Mi tiempo se agota y aunque hubiera querido extenderlo indefinidamente y escudriñar cada lugar recóndito de este continente, hay un trabajo de doctorado que me espera y para eso muchos preparativos.

Así que me monté en un bus de nuevo... con destino Puerto Montt, Chile y luego la isla de Chiloé, último desvío sureño antes de empezar a regresar hacia el norte.

Mientras hacía el cruce de lagos hacia la frontera chilena, en mi iPod, que tocaba canciones al azar, sonó "no llores por mí Argentina..." lloré un poquito en silencio, pues a pesar de que aún me falta todo un país por ver, ya siento que se acerca el final de mi aventura.

En la terminal de Bariloche fui a comprar agua y frente a mi escuche un acento conocido. instintivamente me di la vuelta y le pregunté al chico de donde era... "Medellín", contestó. Estaba con otros dos paisas (dícese de los ciudadanos de Medellín) y nos fuimos hablando en el bus. Eso acrecentó mi nostalgia.

Sin embargo, al final de la conversación mi naturaleza me domina. Le pregunto que hace en Medellín y me contesta que maneja un camión. Instintivamente le pregunto si no tiene viaje hacia la costa colombiana hacia fines de enero... podría llevarme hasta allá... se ríe y me anota su teléfono. Puedo llamarlo cuando regrese y me cuenta hacia donde viaja. No puedo evitarlo.
Me alegro de volver a casa, pero la carreteras, los caminos y las personas las tengo en la sangre y ahora más arraigadas que nunca.

Este viaje, además de cambiarme, me ha dado muchas más cosas. Ahora creo que no es necesario nada material para ser dueño de uno mismo. Las carencias materiales solo son pobreza si tu actitud mental lo permite. Para algunos, las carencias materiales son libertad.

Perdí el miedo a vivir. Ahora sé que puedo decidir que quiero hacer y nunca me sentiré esclava de lo que hago. Ahora sé que siempre tengo la opción de tirar todo al carajo e irme a recorrer el mundo pues lo único que se necesita son ganas.

Y si un día tengo suficientes compromisos y responsabilidades como para no poder hacerlo, este viaje siempre estará en mi memoria, como un libro que puede releerse cada vez que uno quiera, para darse fuerza.

Los personajes de esta aventura son mis personajes y mientras miro el paisaje argentino por la ventana y le digo adiós por ahora, los hago desfilar en mi mente con sus historias, a voluntad.

Son mis personajes. Son mis historias. Es mi viaje. Ahora todo puede pasar, pero como dice mi mamá, ya no importa: "Nadie te quita lo bailaó"

En este momento del viaje el presupuesto es reducido y sin embargo se mantiene dentro de mis límites. Llevo ahora 18 semanas de viaje y he gastado exactamente 1800 dólares incluyendo todo (transporte, comida, alojamiento, actividades extra) y sin limitarme en nada, como habrán notado.

Chile es mas caro, pero no quiero dejar de verlo. También es más seguro, así que siempre me queda el recurso del dedo. Eso siempre funciona... Así que si estás leyendo este blog, tienes un auto, vas recorriendo Chile de sur a norte y ves en la carretera una niña sola que te hace señas... para! Puedo ser yo, tratando de llegar a Lima, desde donde mi papá que se apiadó de mis casi 6.000 km de regreso me consiguió un pasaje aéreo con millas de Avianca.

Hago pues mi última parada sureña antes de girar definitivamente hacia el norte. La isla de Chiloé me espera con sus pingüinos y sus casitas de colores. Luego, un último país por descubrir y la inevitable despedida de los caminos, por ahora.

Pero no importa. El mundo me pertenece y siempre puedo volver a hacerlo en mi vida o en mis recuerdos. El resto no importa.

Me quedan pues 200 dólares para dos semanas en el país mas caro de América Latina. Antes hubiera creído que es una locura, pero a estas alturas si me falta plata, me sobra confianza, así que sin pensarlo mucho me lanzo de nuevo a la aventura.

jueves, 3 de enero de 2008

El Bolsón


Metido en medio de las montañas está este pueblito fundado en la década de los 70, oficialmente como una zona no nuclear, donde los hippies, artesanos y ecologistas han encontrado un paraíso y la industrialización es aún una utopía.

Me alojé en casa de Federico, de couchsurfing. Llamé desde el pueblo y me contestó Sally, la mamá de Federico. Me preguntó mi nombre y no parecía muy segura de estarme esperando, pero me dio las indicaciones de cómo llegar. Luego entendí porqué.

Federico, su mamá y su hija de 13 años tienen una casa de madera en medio del cerro Piltriquitrón que más parece un albergue. Reciben a todo el que quiera llegar. En orden de llegada los mochileros ocupamos las camas o carpas que se arman en el terreno que es muy grande. El uso de la cocina es libre al igual que el baño... y uno se siente como en su propia casa!

Encontré allá a dos chicos argentinos, de Entrerrios, una chica alemana y un chico belga. Llegué justo antes de la hora de la cena y compartieron conmigo su comida. Luego llegó Federico del trabajo y estuvimos conversando un rato. Es todo un personaje, padre soltero de Micaela de 13 años, que sueña con el día en que su hija se independice para el tomar una mochila e irse de viaje por el mundo.
Mientras tanto, los viajeros que llegan a su casa permanentemente, le traen el mundo hasta su puerta.

Esa noche salimos juntos todos los hospedados, fuimos a el Bolsón a charlar un rato. Hablamos del sistema de intercambio de alojamiento. De como te cambia la vida, no solo porque te permite viajar muchísimo, sino porque cambia tu actitud hacia las personas. Te vuelve más noble, más confiado, más generoso y sobretodo más solidario.

Nos despedimos... los argentinos se iban a acampar al lago, Julia, la alemana, seguía al sur, hacia Calafate y el belga hacia el norte de Argentina.
Nos dijimos adiós con la promesa de venos de nuevo en Europa. Julia y yo vamos a hacer dedo hasta Gena, donde vive Pieter, el belga para el festival de verano.

El sábado era día de feria artesanal. Todos los artistas y artesanos del Bolsón, así como algunos provenientes de otros lugares de Argentina y de el mundo se reúnen en una feria preciosa. Lastimosamente mis limitaciones de plata, espacio y ganas de cargar con más peso me impidieron antojarme de todo.

Jonathan, el suizo y Vero vinieron el sábado a la feria, así que nos encontramos en la feria, fuimos a pasar la tarde al río azul y luego regresamos a Bariloche.

Como se acortaba el tiempo de mi viaje no podía seguir hacia el sur como hubiera querido. Las distancias patagónicas son inmensas y los viajes por tierra eternos, además de costosos. Así que empecé a pensar en dirección norte.

Por azar del destino, Jonathan me habló de una isla al sur de Chile, llamada Chiloé, dónde los nativos cuando se va a mudar lo hacen, no de casa, sino con casa. Es decir, se juntan todos los vecinos y juntos mueven la antigua casa hasta el sitio del nuevo domicilio. Luego hacen una fiesta para celebrar... Quise conocer ese exótico lugar y así fui a dar a Chile!

San Carlos de Bariloche


En el bus a Bariloche conocí a Jonathan, un suizo muy suizo, que vive en Buenos Aires, baila tango, hace ejercicios de respiración, tiene una novia italiana y es... muy suizo.

Me iba a alojar en casa de Vero, una amiga de mi mamá de La Liga de La Leche y cando la llamé a avisarle que había llegado, pues nos cruzamos y no nos encontramos en la terminal, le pregunté por un hostal para Jonathan y ella le ofreció quedarse en su casa también.

Vero había viajado antes alojándose en casas de familia, así que quiso ofrecernos la suya. Fue muy lindo, porque además de trabajar como voluntaria de LLL, Vero es ingeniera nuclear y trabaja en su profesión (exacto....wow!), es mamá, (tiene dos hijos que estaban de vacaciones en Buenos Aires, así que no los alcancé a conocer excepto en fotos), esposa, habla no sé ya cuantos idiomas... en fin, cuando o sea grande quiero ser como Vero!

Conocí Bariloche sus alrededores, incluyendo Villa La Angostura, San Martín y Junín de los Andes y el circuito de los 7 lagos, subí hasta la cima del cerro Otto, metí los pies (porque es helado) en el lago Nahuel Huapi... fueron 5 días de éxtasis total, disfrutando los paisajes patagónicos con los que tanto soñé al comienzo del viaje.

Bariloche es una ciudad muy turística y sobretodo costosa, aunque es lindísimo y vale la pena. San Martín es menos concurrida y su ambiente tiene un sabor mas artístico y bohemio que Bariloche.

Una mezcla perfecta de colores y luces en pleno verano hicieron de esta estadía la oportunidad perfecta para tomar fotos y recorrer paisajes.

Estuvimos con Vero en el río azul y al regreso nos vinimos cantando durante las 2 horas de viaje, pues descubrimos que tenemos un gusto musical muy similar.

En casa de Vero al final, como siempre, me quede mas días de los que planee en un principio, pero menos de los que hubiera querido!

sábado, 29 de diciembre de 2007

La provincia de Buenos Aires


Además de mi estancia en capital, recorrí también un poco la provincia de Buenos Aires.

Primero me alojé en casa de Jose y su familia: Joaqui, su hijo y Hernán, su esposo.
Viven en un sector llamado San Fernando, a unos 40 minutos de capital en tren, en una casa con jardín y un pequeño zoológico: 4 gatos, una perra, una paloma con el ala rota que no puede volar y un estanque con peces y renacuajos.

En los días que estuve con Jose, e llevó a conocer los alrededores de las paradas del tren de la costa, la ciudad de el Tigre a orillas del segundo delta más importante del mundo, donde recorrimos en catamarán el río de la Plata.
Fué precioso... tranquilo, con la luz brillante del verano y el vientecito del barco, mirando los diferentes brazos del río y las entradas que semejan un sistema complejo de calles y callejones por los cuales las lanchas ciculan al igual que lo hacen los automóviles en la ciudad.

Además hay recreos, es decir playas con su respectivo restaurante donde puedes detenerte a pasar el día o el rato. Hay bares y restaurantes por todo el recorrido, con vista al río y contrastan con las casas locales de las islas, en las cuales se adivina la pobreza de sus habitantes.

Fuimos al mercado de frutos, zona artesanal y comercial que hace un paseo muy lindo también y caminamos por Victoria, la ciudad donde viven hasta la orilla del rio. Conversamos, comimos helado como nunca...

Fueron unos días muy tranquilos y de mucho descanso (a pesar de las caminatas de horas y horas) y lo disfruté muchísimo.

Salí también con Luciano, un amigo que conocí por na página de viajeros y que vivía cerca a la casa de Jose. Fuí con él y dos de sus amigos a un Boliche... no mejoró mucho mi idea de los boliches, pero pasamos rico!

El día que me iba, Jose, Joaqui y Hernán me llevaron a la estación y, como ya es costumbre parece, llegué sobre el tiempo y me despedí rápido mientras el tren avisaba la salida... Me dió muchísimo pesar no tener tiempo de abrazarlos como hubiera querido!

De ahí me fuí a La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, a un asado en casa de un amigo de mi papá.
Luego del asado me alojé en casa de otro amigo, Cacho y su esposa Rosanna.
Ahi me quedé unos días, aprovechando para ir a cine y recorriendo la ciudad que es muy linda, diseñada con una simetría casi perfecta, pues sus calles confroman un cuadrado atravezado por dos diagonales con una plaza grande cada seis cuadras en cualquier dirección y una en el medio.

Comí con Paeto, amigo de mi papá y su esposa, recorrí Gonnet y City Bell, conduciendo auto por primera vez desde que salí de mi casa... Me sentí como en casa con estos amigos que son mis papás putativos en Argentina.

Pasé allá las fiestas decembrinas, con un pequeño interludio de regreso a Buenos Aires para visitar a un amigo y visitar un par de museos que me quedaron faltando y recargué fuerzas para continuar el viaje...

Al sur, al sur... A LA PATAGONIA!!!

San Carlos de Bariloche, mi primera escala, me esperaba!

Serrat y Sabina: EL CONCIERTO!


Pensé en poner un post en couchsurfing para ver quien más iba al concierto, pero luego decidí que esa experiencia quería vivirla sola.

Quienes me conocen saben lo que este concierto significaba para mí: Serrat y Sabina... juntos...Dos pájaros de un tiro! Eso era demasiado pedir.

Serrat es mi vínculo musical a mi papá. Lo conocí en realidad por mi mamá, pues era ella quien ponía sus casettes mientras íbamos en el auto durante toda mi infancia. Sin embargo fue mi papá quien me lo contó, quien me lo explicó y me hizo encontrar una identificación tremenda entre los ideales que su generación persiguió a través de las canciones de Serrat y lo que perseguían mis sueños de adolescencia y mis ideales de juventud en una universidad pública, en un país en el cual "buscar la paz" era un objetivo trillado que siempre se pronunciaba ignorando las realidades sociales sencillas y a la vez complejas, que Serrat volvía poesía.

Sabina es mi vínculo a mi misma, fue el acompañamiento permanente en el descubrimiento de mis ideas propias y a la vez la "legalización", a través de la música, de temas candentes... la soledad, no romántica sino más bien cruda, el sexo, el porro, el abandono, la religión no mística sino como fenómeno social, el deseo de encontrarse a sí mismo en medio de miles de personas... era en cierto sentido el vínculo a mi independencia.

Y estaban juntos. En concierto en el estadio de Boca!

Lo disfruté como nadie! Fui a boleta de campo pues era la más barata, llegué una hora antes de empezar el concierto y ya estaba lleno, la boletería agotada y el tumulto impresionante.
Como estaba sola, pude irme colando de a poco entre la gente entre empujón y empujón y llegué muy cerca del tablado, a unas cinco filas detrás de la barrera que nos separaba.

Antes de empezar el concierto, escuchaba los comentarios de las personas a mí alrededor. Como era la boleta barata, en el campo, que implica estar parado, la mayoría era gente joven que venía a ver a Sabina. Según sus propias palabras Serrat era "un anexo".

Para las personas mayores, que estaban sentados en las tribunas, era lo contrario. La mayoría venía a ver a Serrat, el "anexo" era Sabina.
Para mi... era un sueño hecho realidad!

Canté como loca las canciones de ambos. No había una sola que no me supiera. Las personas a mi alrededor callaban durante las de Serrat y me miraban sonriendo, mientras yo cantaba... bailaba y cantaba, además de tomar miles de fotos (de las cuales hice una selección que pueden ver) y filmaba un video tras otro.

Como mientras filmaba también cantaba, al ver el video se escuchan perfectamente nuestras voces al unísono. Serrat, Sabina y yo podría decirse que prácticamente cantamos en trío (aunque ellos nunca se enteraron) Jajá!

Salí disfonica tres horas después, cansada, me dolían los pies y me faltaban 2 horas de espera de bus por la cantidad de gente o 40 cuadras de caminata hasta la casa. Escogí la mitad... caminé 20 cuadras hasta un sitio menos poblado y ahí tomé el bus hasta la casa... donde caí como una piedra... Tres pájaros de un tiro!

lunes, 17 de diciembre de 2007

Buenos Aires en Blanco y Negro




A quienes me conocen saben que siempre me encantó Buenos Aires. Había estado antes de la época de la crisis y lo recordaba como una ciudad europea en Suramérica.
Esta vez, en parte por la crisis que vivió, en parte creo también por mi visión, más crítica con los años, fue una experiencia diferente a la anterior.

Al principio me quedé en la casa de Valeria, amiga de Medellín, ex veterinaria que cambió el fonendoscopio por la cámara y se vino a estudiar fotografía en Buenos Aires. Hacía tiempito que no nos veíamos, así que nos pusimos al día y me dio la inducción a la orientación en Buenos Aires.

Luego Valeria se fue a Medellín y me pasé a casa de Ezequiel de couchsurfing. La comunidad de CS de Buenos Aires es impresionante. Tienen más de 1000 personas y todos los días tienen alguna actividad, así que no faltó fiesta, reunión y concierto de bandas fusión.

Ezequiel, de quien puedo decir que le encanta viajar y conocer viajeros, la fotografía tradicional pues se niega al paso a la fotografía digital y tocar guitarra y que sueña por hobby y trabaja en una juguetería porque de algo hay que vivir, me adoptó por dos noches, con sus dos gatos y conversamos delicioso!

Finalmente me quedé en casa de Mariano a quien conocí porque su papá y mi papá son amigos. Lo había visto alguna vez cuando vine a Buenos Aires con mis papás, pero no me acordaba mucho de él y él tampoco de mí. Lo único que él recordaba era que mi papá le había contado alguna vez que estuvo en Argentina, que a mi me gustaba Vilma Palma e Vampiro (que conste que cuando eso yo debía tener unos 12 años...jajá!). Pasamos varias noches en vela conversando y cocinando. Tratando de arreglar el mundo o al menos nuestras vidas (la de él más que la mía, aunque no me quedé atrás)! Por él conocí a sus vecinos, uno de los cuales tocaba en un sexteto de tango, así que terminé escuchando tangos y luego amanecí conversando con dos de los músicos del grupo...Y aquí fue mi despedida de la capital.

Buenos Aires no deja de ser una ciudad mágica... pero aquí les cuento mi nueva impresión en blanco y negro.

EN BLANCO
El tango, el aire sensual de las calles de San Telmo en la noche, las grandes avenidas, la ropa...La Ropa!!!! Que obviamente no podía comprar. El arte, la oferta cultural permanente, interesante e imperdible. Los porteños... contra cualquier creencia popular, para mí son encantadores y se portaron muy bien conmigo.
Los parques, por todas partes manchas verdes y arborizadas con lagos, llenos de gente que tranquilamente se asolea en traje de baño al borde de cualquier autopista.
La luz brillante del verano, la organización del transporte, que aunque enredado, permite llegar a todas partes incluso a turistas que, como yo, desconocen la ciudad.
Los conductores de micro, que también, en contra de toda creencia popular y digan lo que digan, fueron súper amables, me ayudaron y me orientaron todo el tiempo, pues me movilicé siempre por este medio y el "subte".
Los hombres... no puedo decir que todos los porteños son lindos, pero viniendo de una ciudad como Medellín, donde los tipos lindos escasean, diría que la concentración aquí de potenciales padres de mis hijos es enorme! Jajá!
Las casas de cambio que no pusieron problema en cambiar mis billetes marcados. El valor y respeto que la gente tiene por los artistas. Las librerías que hay por todas partes... es un sueño!

EN NEGRO
Las aceras rotas (casi todas), la falta de semáforos peatonales y los conductores que aceleran en lugar de frenar cuando tratas de cruzar una avenida que obviamente no tiene semáforo para el peatón. La desorganización y congestión del tráfico, el exceso de taxis que parece que se reprodujeran como una plaga.
La caca de perro que encuentras cada 3 pasos en las aceras, parques, calles, edificios... ante la indiferencia de los ciudadanos que no protestan y de los dueños que no recogen...en fin, venir a Buenos Aires y no pisar caca de perro es como no haber venido, como dice Valeria.
Los paseadores de perros que salen con 10 o 20 canes del más heterogéneo aspecto y los llevan a los parques, donde se sientan con los perros amarrados a pasar el día, les cobran a los dueños por eso un dineral... y no recogen la caca!
Los cartoneros que empiezan a emerger de la nada después de las 7 de la tarde, cientos de ellos, con sus carros llenos de material reciclable y que los porteños pretenden ignorar como si fueran invisibles.
Los espectáculos de mal tango en las calles Florida y Lavalle, que solo obstaculizan la circulación y pretenden sacarle plata al turista. La basura en las calles, arrojada por los habitantes y los turistas...

En fin, hubo de todo durante mi estadía en esta ciudad de contrastes... pero sobretodo encontré personas muy lindas con quienes pasé horas conversando, discutiendo, soñando con cambiar el mundo. Dejé amigos, entrañables en esta ciudad que a pesar de todo me sigue seduciendo y a la cual espero siempre poder volver.

De aquí seguí a la provincia de Buenos Aires... con Victoria como primera parada.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Ernesto "El Che" Guevara: De la Higuera a Rosario



Quise esperar hasta llegar a Rosario, ciudad natal de Ernesto Guevara, para escribir la historia de La Higuera, último lugar que vio con vida al Che.

Cual no sería mi decepción al darme cuenta que en Rosario no había ni un museo pequeñito en honor al Che. Lo único que encontré fue un letrero rojo, al frente de una casa de departamentos, que indicaba su lugar de nacimiento.

Tomé una foto a la casa (nada especial) y al letrero y me monté de nuevo al auto con Juli, quien muy amablemente me había llevado hasta el lugar y me había advertido que no vería nada.

Así que me limitaré a mi experiencia en la Higuera. Aquí llegó el Che a expandir sus ideas luego de abandonar Cuba, dejando sus cargos políticos y su familia con una carta a Fidel Castro que incluía estas frases:

Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo al que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra Revolución y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano, y como tal actuaré. Que no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena: me alegra que así sea. Que no pido nada para ellos pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse.
Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas.

Hasta la victoria siempre, ¡Patria o Muerte!
Te abraza con todo fervor revolucionario

El Che


La Higuera es un callejón pequeñito cerca a Pucará, que a su vez está cerca a Santa Cruz, Bolivia.
Todo el pueblo o más bien la calle que lo conforma, es un museo al Che. Esculturas en las calles, grafittis en las piedras, en las paredes de las casas y en las sillas del parque.

A un costado está la escuelita donde por última vez el Che estuvo preso junto a los demás guerrilleros capturados. La escuelita es ahora un museo, donde se conserva su historia, la silla donde se sentó y las cartas, fotos, ropas y "ofrendas" que cientos de personas llevan cada año en su visita al lugar.

Desde el camino se puede ver la quebrada donde fue apresado y todo el trayecto por donde fue conducido.

Nunca salió de la escuela. fue ejecutado, acribillado por una ráfaga de ametralladora y su cuerpo fue transportado a Vallegrande, en cuyo hospital fue depositado en la zona de necropsias que nunca más se utilizó, pues se convirtió en un sitio de peregrinación, así que fue aislado, los artistas llegaron con sus murales y las personas comunes con sus cuentos, historias, firmas sobre las paredes de la pequeña casita abierta que contiene una mesa de cemento sobre la cual reposa un vaso de vidrio con flores frescas que a diario son cambiadas en su honor.

En la pared posterior está pintado su retrato y la carta de despedida que escribió a sus 5 hijos.

Es imposible evitar conmoverse ante la sensibilidad de la gente, ante el espíritu de lucha que despierta y representa la imagen del Ché en la memoria de un pueblo que nunca lo apoyó en vida, que dejó fracasar su proyecto y que ahora trata infructuosamente de retomarlo.

Con las lágrimas en los ojos salí del hospital, pasando la vista por el último anuncio de su última estadía en el lugar:

"Hasta la Victoria siempre
Hasta siempre Comandante"

Rosario



Llegué a Rosario en la tarde y Ale me recogió en el Terminal de buses.
En el camino a su casa pasamos por una iglesia, llena de gente y Ale me contó que era la parroquia del Padre Ignacio, un cura hindú que desde hace muchos años vino a la Argentina y se quedó.
El padre Ignacio tiene capacidades "superiores" y los creyentes lo consideran milagroso. Su fama se ha extendido por el país y vienen personas de todas partes a que el padre los bendiga y los ayude en sus necesidades.

La fama del padre Ignacio es tal, que el año anterior convocó a más de 45oo personas a una celebración, atiende a los fieles con fichas, pues no da a basto y llena completamente su iglesia, los patios y las calles de los alrededores de fieles durante sus eucaristías de los fines de semana.

Si... exacto. Ya adivinaron! Obviamente me fui al día siguiente con Ale a ver al padre Ignacio a las 8 AM.

Valga aclarar que esa noche, es decir el sábado, me fui a conocer la noche Rosarina con Javi el cuñado de Ale que había venido desde Córdoba. Recorrimos la costanera, fuimos a ver encendido el "Monumento a la bandera", único en Suramérica y luego a un bar hasta las 3 AM.

El domingo me levanté a las 7 AM, me tomé un café para el sueño y me vestí para llegar a las 8 AM a ver el fenómeno "Padre Ignacio".
No se lo imaginan... La iglesia estaba llena, al igual que la capilla auxiliar. Los jardines alrededor de la iglesia, encerrados por una reja, también estaban llenos de fieles de todas las edades que venían a pedir la bendición del padre.

A las 8 AM cerraron las rejas y solo quedamos los que estábamos adentro (cientos de personas) y los demás debían esperar hasta la mise de las 11 AM.
Luego de la eucaristía, el padre dio la bendición uno por uno a todos los asistentes. Se demoró hasta el medio día y mientras tanto en la capilla de al lado otro padre daba la misa de las 11 AM, para luego pasar a esos fieles a ser bendecidos también.

La bendición funciona como una consulta médica, organizada y sistematizada. Haces fila según te indica alguno de las decenas de auxiliares que tiene el padre. Llegas donde él, te abraza, te da la bendición y te indica si tienes alguna dolencia o problema de salud.

Luego termina, te suelta y le dice un par de palabras en clave a alguno de los auxiliares que lo rodean. Esa persona te lleva aparte y te da las indicaciones de lo que debes hacer, como una receta médica: "Tome un vaso de agua bendita en la mañana por dos semana y luego uno en la noche por otras dos semanas. Luego repita por un mes más. Lávese la cara y la cabeza con agua bendita con sal y limón todos los días por una semana y rece un padrenuestro, un avemaría y diez credos".
Sólo faltó el clásico "Sírvase confirmar el resultado de ésta fórmula". Luego sales del recinto y no puedes entrar más.

Los testimonios de las personas son asombrosos: El padre detecta embarazos de menos de 6 semanas, problemas de salud, estados de ánimo, cambios de planes... esto atrae cada vez más fieles a su parroquia! Es sorprendente la capacidad del padre de movilizar a las personas!

Además fuimos también a la playa, en una lanchita que nos cruzó el río, y tomamos el sol toda la tarde. Comimos algodón de azúcar, jugamos con los chicos de Ale que son lindísimos: Franco de 8, Matías de 6 y Vicky de 2, quien comparte conmigo el amor por la danza árabe.

Nos reunimos con más amigas de mi mamá de LLL de Rosario en McDonalds (jajaja! No lo había pensado! Nada menos acorde con la filosofía de LLL) y fue muy lindo conocerlas.

Con Ale paseamos por Rosario, por la avenida de la independencia, la costanera, el estadio... en fin, tuve una excelente guía turística y ni que decir de la paciencia de los chicos que aguantaron todos los paseos sin chistar!

Juli, el esposo de Ale me llevó a conocer la casa del Ché donde, ya les contaré, no hay más que un letrero, pero al menos pude tomar la foto reglamentaria.

Finalmente se llegó el momento de irme... me llevaron al Terminal y me despedí de carrera, pero con mucha tristeza! Fueron unos días muy lindos y ojala podamos seguir en contacto siempre!

Santa Fé y Paraná


Mi paso por Santa Fé y Paraná fué corto. El interés real era conocer el puente subfluvial que conecta estas dos ciudades por debajo del río Paraná.

Por lo demás, pues llegué en la mañana, pasee por Santa Fé un rato y luego tomé el bus a Paraná, donde almorcé en la costanera, monté en bici y regresé en la tarde a Santa Fé para tomar el bus a Rosario.

La costanera de Paraná es preciosa, pues a un lado están todas las construcciones de casas lujosas, montadas sobre barracas y con vista al río. Es muy verde y sobretodo muy tranquila. Podría decirse que es la costanera más bonita de Argentina! (bueno, esta última frase es en honor de JJ, quien es de Paraná y se vé obligado a defender la estética de su ciudad natal frente a su familia que no la considera bonita!). Pero la verdad es que si es muy linda, aunque no tuve oportunidad de conocerla muy profundamente.

En la noche tomé un bus a Rosario, donde me esperaba Ale, amiga de mi mamá de la Liga de la Leche.

martes, 4 de diciembre de 2007

Corrientes y Resistencia


A Corrientes llegué de nuevo a un oasis en medio del viaje. Me hospedé en CECOAL, un instituto de investigaciones biológicas en el cual trabaja Juan José Neiff, amigo de mi papá y su esposa Guadalupe.

El instituto es precioso. Con jardines y casitas, muy arborizado, con perros y flores... me sentía en casa. Tenía además una casita propia con baño y cocinita y todo! Como siempre, fue muy difícil volver a empacar para seguir el viaje.

JJ me llevó a comprar comida para cocinar (la verdad es que lo único que quisiera comer todo el tiempo en Argentina son los ñoquis que tan infructuosamente traté de hacer yo misma en Colombia) y me dejó instalada en mi nueva casita temporal.

Podía usar el computador de Guadalupe, pasear por el centro y dormir en la más grande paz y silencio!

Estuve conociendo también al resto de la familia Neiff, en la "Neiffera" (la madriguera de los Neiff como JJ la llama). Estaba Nadia, Matías y Nicolás, los tres hijos mayores y solo faltaba Lara, quien ya esta casada y tiene una bebita.
Comimos en casa y fuimos con Nico y Nadia a pasear a la costanera de noche.
Fue una visita súper linda!

Por lo demás pasee por Corrientes, por la costanera, el centro histórico y los pasajes peatonales.
Visité el callejón de los murales y fui a cine por primera vez en este viaje! Como lo extrañaba!

Tomé un bus y fui a Resistencia, al otro lado del río. Resistencia es la ciudad de las esculturas, como podrán ver en las fotos. Un convenio entre la gobernación y los artistas permitió la distribución de esculturas de diferentes corrientes artística por toda la ciudad. Esa misma noche regresé a Corrientes, que era mi base operativa!

Antes de irme me di cuenta de que había dejado la memoria USB en un cyber de Resistencia, pero era muy tarde para volver, así que JJ me compró una de afán (hermosa por cierto, pues es la versión de Leggo de Kingston)y le dejé las indicaciones para recuperar la mía en una especie de intercambio... Gracias a Dios la recuperó... porque según me confesó luego, pensó: "Esta morenita me echó un cuento"... jajajá!

JJ me llevó a la Terminal de buses y ahí nos despedimos, hasta la próxima que espero no sea muy lejana, pues prometieron llevarme a su casa de campo en Paso de los Libres en mi próxima visita!

Hay una historia más. En Corrientes fue mi primer encontrón con lo que luego entendería como la diferencia entre provincia y capital. Capital es Buenos Aires. Provincia es todo lo demás.
Hasta ahora había pagado todo con los pesos argentinos que obtuve al cambiar lo que me sobró de guaraníes en Paraguay. Cuando llegué a Corrientes tuve que cambiar dólares... y aquí empieza la historia.

En Colombia, en las casas de cambio (todas) sellan los billetes de dólares. Es un sellito pequeño en tinta azul o negra, que permite reconocer de cual casa de cambio se obtuvo el billete, en caso de que este resulte falso.
Aquí no me querían cambiar billetes sellados. Nadie los acepta, excepto una o dos casas donde los reciben por el 70% del valor (pierdo 30 USD de cada 100).
Los bancos, que además solo trabajan de 8 a 11 AM, son atiborrados e ineficientes, se negaban también a recibirme los billetes.
Empecé a usar la tarjeta de crédito, pero pensé que mi viaje terminaría ahí no más, pues si no podía cambiar plata, el cupo de la tarjeta no me iba a aguantar mucho. Esto mismo me pasó en todas las demás ciudades y según lo que averigüé estos hechos (la ineficiencia, los horarios, etc.) son el común denominador de los bancos y casas de cambio argentinos.

Hasta que llegué a Buenos Aires. Sin inmutarse siquiera me cambiaron en todas partes, en menos de 5 minutos y desde las 8 AM hasta las 9 PM. Ahí es cuando uno piensa que quizá los porteños tienen razón al creer que los de "provincia" son diferentes. Es que son diferentes!

Ituzaingo y Yacyreta


Llegué a Ituzaingó en la noche, esperando encontrar fácilmente un lugar para alojarme, pero evidentemente mis expectativas estaban más allá de cualquier realidad. Los dos hoteles son carísimos y los alojamientos, donde finalmente me hospedé, también.

Es el lugar más caro que he pagado en todo el viaje (10 USD) y lo mismo digo para el trasporte. Si bien llegar a Argentina y cambiar de bus da la sensación de una entrada triunfal al primer mundo, los precios aumentan en proporción. Buses cama, cómodos, con aire acondicionado son la única opción de transporte. No hay trasporte caro y barato. O viajas como príncipe... o simplemente no viajas.

Dormí pues en Ituzaingó y al día siguiente visité la represa de Yacyretá, que es más pequeña que Itaipú pero igualmente impresionante.

El nombre de la represa viene de la isla paraguaya que debió ser inundada en el proceso de construcción. A diferencia de Itaipú, en Yacyretá no había una caída natural que permitiera funcionar las turbinas, por lo cual se creó un salto artificial. Esto puso a dos niveles de agua diferentes el río (antes de que llegue a la presa y luego sigue mucho más abajo).

Los barcos que quieren navegar el río son transportados por un sistema de exclusas similar (aunque más pequeño) que el del canal de Panamá, así que el barco entra a un compartimiento aislado del cual se permite la entrada o salida de agua hasta que se nivela con el otro lado de la presa y el barco continúa su camino.

Además, los peces que desovan río arriba deben ser transportados por un sistema de canales de agua y ascensores hasta el nivel superior del río para que puedan continuar su migración. El ascensor de peces los lleva río arriba para el desove, pero no los regresa, así que igual corta su ciclo de migración, pero los guías, que nunca pensaron al respecto, se quedan sin palabras al tratar de justificarlo.

Es una obra impresionante de ingenio e ingeniería... pero la verdad...no deja de haber algo absurdo en el fondo de todo el sistema!

Las Misiones Jesuitas


Visité las ruinas Jesuitas de Trinidad en Paraguay y de San Ignacio Mini en Argentina. Los pueblos jesuitas fueron construidos bajo un modelo estándar, por lo que los 28 pueblos restantes, que conforman las misiones jesuitas, varían en su ubicación grado de preservación, pero no en estructura, así que estas dos ruinas me dieron una idea muy buena de lo que fueron las misiones.

Eran pueblos organizados por los religiosos jesuita, regidos por el orden militar que los caracteriza, por lo que fueron supremamente productivos y eficientes. Esto despertó la admiración de algunos blancos, el deseo de unirse a ellos de miles de indígenas, pues vivir en los pueblos jesuitas les garantizaba la conservación de muchas de sus costumbres y a vez la educación de sus hijos, pero también despertó la envidia de otras ordenes religiosas y la avaricia de las coronas española y portuguesa, por lo cual fueron finalmente expulsados de los dominios españoles en 1767 y los pueblos quedaron abandonados.

Todos los pueblos tenían similitudes arquitectónicas y organización idéntica. El centro del pueblo correspondía a la iglesia con arquitectura barroca. Al frente de la iglesia estaba la plaza pública dónde se reunía a los pobladores, se escuchaba misa y se realizaban matrimonios colectivos.

Alrededor de esta plaza se ubicaban las viviendas de los caciques y las familias importantes. Para mantener el orden se conservaban ciertos privilegios a estas familias y cada una se encargaba de dirigir a sus clanes, siempre bajo la supervisión de los padres jesuitas.

Más hacia el exterior estaban las casas comunes de los pobladores. En los pueblos había alrededor de 140.000 habitantes, entre los cuales solo 4 a 6 eran padres jesuitas.

Hacia la parte de atrás de la iglesia estaba la huerta, donde las familias recibían dos parcelas para cultivar. Una para ellos y otra "para Dios". Los productos de la segunda se usaban para la comunidad, los asilos de ancianos y los tributos a la corona.

A un lado y otro de la iglesia estaban los talleres de artesanos y el colegio y atrás de la iglesia la plaza privada de los padres con su residencia. Todos los pueblos, 30 en total, tenían la misma estructura física y social.

Este estilo de reducción, permitía la evangelización no violenta de los indígenas guaraníes (que no por eso dejaba de ser evangelización, con la consecuente pérdida de costumbres, mitos, leyendas e identidad cultural), pero permitió también un intercambio artístico y cultural que más que perjudicar a las comunidades, como lo hicieron otras ordenes religiosas, fomentaron un intercambio cultural y obtuvieron una amalgama artística y laboral que enriqueció en muchos sentidos a ambas culturas.

Los jesuitas aprendieron el guaraní, lo escribieron (los guaraníes solo tenían tradición oral) y le compusieron reglas gramaticales, por lo cual es un idioma muy bien preservado y de aprendizaje obligatorio en el Paraguay.
Además enseñaron música, artes y manualidades, conservando en gran medida instrumentos nativos y técnicas autóctonas.

Valió la pena la visita a las misiones, pues los jesuitas demostraron que si era posible un intercambio cultural más que una invasión religiosa. No deja de ser evangelización, pero los efectos y los resultados hay que reconocer que son muy diferentes!

Encarnación (Paraguay) y Posadas (Argentina)


Encarnación fue la última parada en Paraguay. Pili me puso en contacto con Claudia, una amiga suya que me alojo por una noche.

La ciudad es bonita muy organizada, aunque muy pequeñita también. Como no había mucho para hacer, preferí tomar un bus e ir a visitar las ruinas de las misiones jesuíticas de Trinidad.

Cerca a Asunción hay varias: Trinidad, Jesús, San Cosme y San Damián. Sin embargo las más representativas eran las de Trinidad, y también las de acceso más fácil.

Al día siguiente almorcé con Rodolfo (se acuerdan? El señor grande del bus de Filadelfia a Concepción?). Bueno, pues lo llame cuando estaba en la ciudad y me invito a almorzar en su casa. Tiene una casa muy bonita, con un jardín grande!

La visita a las misiones se las cuento en la próxima historia junto con las misiones Argentinas.

De Encarnación tome un bus a Posadas en Argentina, que queda pasando el río Paraná. El ómnibus urbano para a cada lado de la frontera donde te sellan el pasaporte en un segundo. Los oficiales de inmigración argentinos han sido hasta ahora los más amables de todo el viaje!

La foto es de Encarnación, vista desde Posadas, al otro lado del Paraná.

Llegue a Posadas, recorrí el centro y la costanera que bordea el río y es preciosa. Luego en la tarde me fui a visitar las ruinas Jesuíticas de San Ignacio Mini y finalmente, en la noche, tome un bus a Ituzaingo, para visitar la represa de Yacyreta, donde mi papa había trabajado años atrás.

Ciudad del Este e Itaipú


Aprovechando que Pili tenía que ir a Ciudad del Este, me fui con ella. Ciudad del Este puede ser algo cercano al paraíso de las compras. Para los paisas, la definición más exacta sería algo como el hueco de Medellín, pero ocupa una ciudad entera. Entre los outlets de marcas, los precios sin arancel y el contrabando, Ciudad del Este permite que compres cualquier cosa que se te ocurra sobre la tierra a los precios más bajos.

Por toda la ciudad circulan extranjeros americanos y europeos que compran, compran y compran. Consigues morrales y carteras preciosos, desde 1 dólar. Ropa, electrodomésticos, computadores y accesorios, así como celulares y juguetes a precios irrisorios.

Mi iPod, que costó 399 dólares en USA, costaba 300 en Ciudad del Este! Lastimosamente tuve que contenerme y no comprar nada... pues todo me toca cargarlo a mí, pero no resistí la tentación de comprar un par de bolsos, que Pili finalmente me hizo el favor de enviar por correo!

Además, como es frontera con Brasil, puedes pagar en guaranís, Reales o Dólares. Tú escoges.

Pili movió algunos contactos y pude visitar también la represa de Itaipú, que es la represa más productiva de América.
Es impresionante el territorio inundado, la labor de ingeniería y el tamaño colosal de todas las construcciones.
Además el tour es súper organizado, en buses con aire acondicionado, un video informativo y botellones de agua (donde obviamente aproveche para recargar mis termitos!!!).

martes, 27 de noviembre de 2007

Asunción


Cuando llegue a Asunción, Pili, amiga de mi mamá de La Liga de la Leche, me estaba esperando en el terminal con una amiga.

Fuimos a su casa y conocí a su esposo, Cacho, que era el único despierto a esa hora de la noche. Al día siguiente conocí a los chicos... Helena, Lucas y las chiquitas Laura y Leila.

Los días que me quedé con ellos pasamos delicioso. Fuimos a nadar, a pasear a Sanber, que es el sitio de veraneo cercano, a un mirador... desde el cual solo de veía otro mirador.

Conocí el centro de Asunción, con sus contrastes en las personas, pero sobretodo en la ciudad misma. Las construcciones van desde edificios antiguos con estilo colonial, en los cuales se puede adivinar el esplendor de otras épocas, pero el estado deplorable en que se encuentran actualmente hace que contrasten con los edificios modernos y los monumentos estilo Washington DC.
Por primera vez en el viaje pasé un pequeño susto, pues doblé por una esquina hacia una calle muy sola. Una señora que pasó me dijo: "Cuidado por aquí que la van a robar", así que decidí devolverme, pero bajando por la calle venía un señor con un aspecto... no muy sano mentalmente, digamos.
Así que di la vuelta de nuevo y el señor empezó a seguirme. Pasé la calle y él la cruzó también, así que saqué mi Súper Spray de Pimienta (se acuerdan? El que Juan y Margara me dieron en el terminal de Medellín antes de salir?) dispuesta a usarlo, pero en eso llegué a la esquina de la calle de la estación de policía y bueno, el tipo se dio la vuelta y se alejó. Gracias a Dios... aunque no puedo dejar de reconocer que me muero por usar el spray!

El resto del tiempo la ciudad fue muy tranquila y disfruté mucho los paseos. Además fue mi graduación en la cultura del Tereré, el cual se consume en todo momento. Las personas en la calle llevan termos grandes de agua fría y vasos de palosanto atados a un costado del termo, para tomar tereré todo el día.
Es además una práctica muy social, pues las personas toman todas del mismo vaso, con un pitillo metálico que en el fondo tiene una bombilla con un colador que solo deja pasar el agua pasada por la yerba mate (igual que los de cebar mate, para quienes los conozcan).
Se pone un poco de agua y luego se toma por turnos, llenando el vaso de nuevo cada vez. Las personas en la calle te ofrecen tereré incluso cuando no te conocen, si estás por ejemplo esperando el bus, el señor o señora de al lado puede ofrecerte tereré.

Mi mayor impresión de los paraguayos es de personas amables. Muy amables. Posiblemente los más amables hasta ahora. Su interacción pasa de la amabilidad a la familiaridad. Ni por un momento te sientes extranjero. Basta con pararte cinco minutos en algún lugar y terminas conversando y tomando tereré con alguien, como si lo conocieras de toda la vida!

Pili y su familia no fueron la excepción. Todos me hicieron sentir como en casa y de nuevo fue muy dura la despedida. Además en los pocos días que estuve allá, Pili me hizo de mamá sustituta, así que realmente fue quedar medio huérfana de nuevo. Pero valió la pena haberlos conocido y haber compartido con ellos esos días en Asunción.

Fuimos a bailar salsa una noche a un club cubano, donde bailaban personas de todo tipo, desde gente como nosotros, que solo sabe medio moverse al son de la música, hasta bailarines profesionales que bailan haciendo grandes espectáculos y malabarismos!

También me reuní con Lily y Elizabeth, amigas de mi mama de la Liga de la Leche, que me invitaron a tomar la merienda en casa de Elizabeth con su esposo y su hijo Tobías. Ha sido muy lindo tener siempre personas alrededor que se han portado tan bien conmigo. Creo que eso ha hecho el viaje muchísimo mas fácil!

El día antes de irme, decidimos con Pili despedirme con una comida colombiana. Como siempre, yo creo que sé cocinar, pero luego no sé porque solo tengo la teoría y no siempre está bien. Pero al final, gracias a la asesoría de mis papás termina saliendo bien.
Así que compramos locro, que es maíz blanco entero, lo hervimos en la olla a presión, lo molimos con la molinex y luego, con un plato les di la forma y las asé un poquito. Al día siguiente las terminamos de asar y las comimos al almuerzo con queso, tomate y albahaca! Fue un éxito! Así que ya me gradué en frijoles (en USA) y arepa (en Paraguay)!

Concepción


Generalmente produzco un instinto de protección en la gente. Especialmente en la gente mayor que yo. Depronto es porque me ven tan flaquita... no sé.
No me quejo, pues eso me ha ayudado en muchas ocasiones y espero que así siga siendo.

Durante la larga conversación con Rodolfo, le conté de mi periplo por Suramérica y de cómo la suerte me había acompañado siempre. Como llegamos a Concepción casi en la noche, él se apiadó de mi y me llevó con él a casa del amigo al cual iba a visitar.

Julio, su amigo, es queridísimo. Él y su familia me recibieron muy bien, me invitaron a comer y a tomar tereré (que ahora ya es mi bebida habitual, pues apenas salí de Bolivia dejé el mate de coca para entrar al mundo del tereré). Hablamos un poco con él y sus hijos y luego me contactaron con la hermana Ángeles, una monja, directora del catecismo de la diósecis, a quien le pidieron que me alojara en su casa.

La hermana es un amor. Me atendió como una princesa y nos hicimos muy amigas. Me terminé quedando 4 días en Concepción, paseamos, comimos delicioso, pude lavar la ropa y hasta fuí a misa con Obispo el domingo a las 7 am... como la ven?

Concepción es una ciudad pequeña, una capital en decadencia, pues alguna vez fué la sede de gobierno del Paraguay, pero hoy en día sus casas, que se adivinas espectaculares en su época de esplendor, se caen a pedazos en las fachadas.

El clima es caliente, pues también está ubicada en el Chaco, pero los días que estuve llovió todo el tiempo. Como la ciudad no esta preparada para el agua se inunda como una palangana.

Hay varios museos, uno de los cuales está al aire libre, en medio de la calle principal. Era una buena idea hasta que a los curas Salesianos se les ocurrió poner un monumento de dimensiones absurdamente grandes de la Virgen Maria Auxiliadora, lo que ocasionó no sólo disgustos en la población, pues se vé desproporcionada y obstruye la visibilidad del tráfico, sino también del obispado, pues la patrona de la ciudad es la Inmaculada Concepción y no María Auxiliadora... no era sólo una Virgen María? Bueno, en cualquier caso, ahi les queda una foto en flickr (por favor vean el tamaño del carro que pasa, para que se hagan una idea)!

El domingo nos invitaron a almorzar nuevamente donde Julio y finalmente el lunes me despedí de todos, dejé con mucho pesar a la hermana Ángeles y me fuí, rumbo a Asunción.

Filadelfia, Neuland y la región del Chaco



Si el infierno existe, con seguridad está ubicado debajo del Chaco.

Nunca me había imaginado que podía hacer tanto calor. Ni siquiera leyendo "La Divina Comedia".

El camión me dejó en la carretera desolada que se dividía en dos. Él siguió por una y yo debía conseguir una forma de ir por la otra. Había una gasolinera que parecía abandonada, pero cuando me acerqué salió un señor que trató de hablarme en un español incomprensible y luego un guaraní peor de incomprensible.
Le pregunté si había forma de llegar a Filadelfia y le entendí después de mucho esfuerzo que si, pero que debía esperar.

Me ofreció una silla y un tereré. Ese fué mi primer encuentro con la bebida nacional paraguaya, que se prepara en un vaso de palosanto lleno de yerba mate (la misma del mate argentino) y se le va rociando agua fría enriquecida con "remedios" para el calor, que por lo general son menta y yerbabuena.

Mi amigo, de quien ya no recuerdo el nombre, me preguntó de dónde venía y empezó a contarme su historia. Yo le entendía a medias, hasta que dijo: "Mi mamá es alemán".
Le pregunté si hablaba alemán y me dijo que sí, así que de ahi en adelante logramos comunicarnos.

El hombre es menonita y me contó un poco de la historia de su pueblo. De cómo emigraron dese Aa Rusia por las guerras y luego al Canadá, donde también fueron perseguidos. Finalmente Paraguay les ofreció asentarse en la región del Chaco (que ya les conté que es algo parecido al infierno) y prometió respetar su cultura, sus costumbres y dar total autonomía a sus comunidades.

Estos personajes son increíbles. En los 56 grados Centígrados que llega a alcanzar el Chaco, han instaurado sistemas de cultivo perfectamente organizados y se han convertido en la región más productiva del Paraguay.

Conservaron su lengua (alemán - Plattdeutsch), su religión (protestantes súper ortodoxos) y sus costumbres. Los jóvenes se casan en la adolecencia, el pueblo se apaga a las 7 pm y el control y la obediencia son absolutos.
Tiene tecnología de avanzada (tractores, maquinas de cultivo, computadores, etc...), emplean mano de obra indígena... y no se mezclan con los paraguayos.

Luego de nuestra larga conversación, aún no pasaba un alma por la gasolinera, pero sí pasaron dos camiones por la carretera cercana, así que decidí pararme allí a esperar. Era una misión arriesgada. El pavimento estaba muy caliente y el sol era insoportable... al igual que el calor. Calculé que podía pararme allí 10 minutos, antes de morir deshidratada en plena carretera.

Gracias a Dios mi Ángel de la Guarda, de nuevo, me mandó una camioneta con dos chicos. Jose y Javier, que me vieron cara de buena gente e inofensiva y me recogieron tres minutos después de que me paré en la vía.
Hablamos en el camino, les conté lo que estaba haciendo y ellos me contaron que eran ingenieros de ruta y trabajaban en la región. Tenían un campamento de trabajo y una casa en una ciudad cercana llamada Neuland y me ofrecieron hospedarme con ellos.

Como yo también les vi cara de inofensivos, acepté. Primero fuimos a Filadelfia, donde recorrí un poco lo que el calor me permitía. Pero tengo que detenerme sobre este punto.

Bajar de la camioneta fué aterrizar en la dimensión desconocida. El pueblo es pequeño y polvoriento. Su organización sistemática, los letreros bilingües (español y alemán) y pobladores rubios, ojiazules y altos, hacen que uno se sienta en Alemania... pero 56 grados a la sombra!
Neuland es lo mismo... muere a las 7 pm, las casas, los supermercados (y sus productos) y las oficinas son totalmente alemanes. Sinembargo la falta de actividades recreativas hacen que tengan muchos problemas con sus nuevas generaciones, especialmente en relación con el alcohol y las drogas.

Esa noche fuí a comer con Jose al hotel, único lugar abierto del pueblo y luego dormí en la casa... en la más absoluta oscuridad y silencio. Me desperté tardísimo, cuando ya vinieron a recogerme Jose y Javier para llevarme al terminal.

Mi próximo destino era Concepción, también ubicada en el Chaco, pero más al sur y con población principalmente paraguaya y católica.

El bus tenía aire... si uno abría las ventanas solamente. El calor era incríble. Me senté en el único asiento disponible, junto a un señor muy grande, que agradeció que yo fuera pequeña y nos fuimos conversando.

Su nombre era Rodolfo y por el camino me habló de la historia del Paraguay, de los árboles y las plantas de la región del Chaco... pero esa historia es para otro día.

De Bolivia a Paraguay



Si hay una frase que me dá rábia es "No se puede". No, hay cosas más fáciles y más dificiles... pero todo se puede desde que uno quiera.

Mi idea era ir a Paraguay y la creencia general es que hay que tomar un bus directo de Santa Cruz, Bolivia a Asunción, Paraguay. Este bus cuesta 50 dólares, se demora 35 horas y no para en la región del Chaco paraguayo, dónde se ubican los asentamientos Menonitas que quería ver.

Pasé muchas horas hablando con choferes de bus en las terminales y todos coincidían en que no era posible hacerlo por etapas, pues no conseguiría transporte. Hasta que encontré a Jacinto... un chofer de bus con la actitud correcta. "Dónde hay rutas (carreteras) hay movilidades (autos, buses o cualquier cosa con llantas es denominada movilidad)" me dijo. Luego me trazó una ruta por tramos que seguí fielmente.

Tuve que regresar un poco desde Vallegrande hacia Santa Cruz. Ahi tome un bus local, mucho mas barato que el internacional (costó unos 3 dólares) que me llevó a Camiri y de ahi a Villamontes. En Villamontes tomé un camión a Ibibobo que es el pueblo fronterizo con Paraguay. Ahí me debían sellar el pasaporte de salida de Bolivia.

"De dónde viene?" preguntó el policía. "De Villamontes" le dije.
"Y que estaba haciendo allá?" preguntó. Sonreí porque Villamontes es un moridero. No hay nada para hacer. Es un pueblo diminuto, sucio y desorganizado y posiblemente uno de los lugares más aburridos sobre la faz de la tierra. Mientras estuve ahí no hice más que esperar que pasara una movilidad para irme! Por eso sonreí. "Nada realmente- le dije- sólo estaba de paso". "No se ría! Le estoy hablando en serio... la autoridad soy yo!...Yo sé muy bien que hacen los Colombianos que van por esta ruta", me dijo.

Eso ocasionó que ahora sí no me pudiera quitar la sonrisa de la cara. No podía ser... un policía de un moridero fronterizo Boliviano que se creía de la INTERPOL.

"Y que, según usted, estaba haciendo?" le pregunté.
"Usted sabe muy bien" me dijo.

"Mire señor... estoy cansada de un viaje muy largo. Si tiene pruebas para acusarme de algo que no sé siquiera qué es entonces dígame y yo llamo a mi embajada (así dicen los gringos en las películas y siempre funciona) o si no, selle mi pasaporte que solo quiero irme de su país".

Sin muchas ganas me puso el sello. Tomé un bus hasta Mariscal Estigarribia que es la primera parada Paraguaya y llegué a la aduana al mismo tiempo que el bus internacional que venía de Santa Cruz a Asunción.

Coincidió que en el bus venían dos Colombianos de Popayán, que están viajando en bicicleta. Alinearon las maletas de todos y trataron de pasar a un perro antinarcóticos para que las revisara. Rex (mi perro que es un espíritu totalmente libre que hace lo que le viene en gana) es mucho más obediente que el perro paraguayo antinarcóticos. Era un espectáculo deplorable el ver como el pobre policía trataba de que el perro se concentrara en las maletas.

Finalmente desistió y vinieron más policias a ayudarlo a revisar maleta por maleta. A mí me tocó uno muy simpático. "Puedo abrir su mochila?" preguntó. "Claro,- le dije sonriendo- pero me vuelve a guardar toda la ropa". Miró mi morral atiborrado de cosas y empacado en perfacto orden en bolsitas trasparentes separadas y sonrío. "No, está bien, yo creo que no lleva nada".

A los dos Colombianos les tocó el entrenador del perro que estaba frustrado y de mal genio por su fracaso público. Les sacó hasta el último calzoncillo del bolso y les dijo que esa ruta la usaban los Colombianos para traer droga a Paraguay (no sé para qué si Paraguay se dá su maña en producirla también) y que seguramente a alguno de los 3 no nos dejaban entrar... que rezaran para que fuera a mi.

Uno de ellos entró a la oficina y le dieron el sello luego de un rato. Luego entró el otro y lo dejaron aparte sin sellarle el pasaporte y me llamaron a mi. Yo entré, me preguntaron lo normal (que hago por allá, a dónde voy, de dónde vengo...etc). Contesté todo, incluyendo que era veterinaria. Muy queridos me contaron que la perra de la aduana había tenido perritos, me llevaron a verlos, me pidieron una receta para un purgante... y me sellaron el pasaporte (en casi todas las aduanas he hecho alguna consulta gratuita a cambio del sello!).

Aproveché mientras veíamos los perritos y le conté al policía de lo que me había pasado en la aduana en Bolivia... de como el trato fué absolutamente injusto y que le puse como ejemplo el chico al que no le querían sellar el pasaporte. "Con seguridad no es más que otro aventurero en bicicleta y su único pecado es ser colombiano" le dije. Me contó cómo han cogido cargamentos de droga que van rumbo a la Argentina y porque las medidas de precaución. Pero finalmente le sellaron el pasaporte al chico de Popayán.

De ahí tomé otro camión que me podía dejar en un cruce de caminos dónde debia esperar una movilidad a un pueblo llamado Filadelfia. No sonaba tan mal... porque aún no me había enfrentado al Chaco paraguayo.

Pero luego les cuento el resto.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Peregrinación a la Higuera



Algo bien característico de los Bolivianos, es que nunca saben donde queda nada, pero sinembargo te explican (así se lo inventen) y te hacen ir en la dirección equivocada. Tampoco saben a que horas sale el transporte ni a que horas llega ni cuanto demora para ir de un sitio a otro.

Como es posible que en una compañía de buses, que envía buses diariamente por una ruta definida te digan tres personas diferentes el tiempo que tarda en llegar el bus y la diferencia entre una y otra sea de dos horas?
O cuando vas caminando a un lugar, como nos ocurrió en la isla del Sol, las personas decían diferentes tiempos que tardaba caminar de sur a norte, pero estos tiempos variaban entre una hora y media y cinco horas.

Eso no es lo peor. Deberían ver los baños de las paradas de carretera. En las fotos hay un baño. Es demasiado pintoresco para no ponerlo. Básicamente es un hueco en el piso, con dos huellas a los lados, como indicando dónde poner los piés. El olor es horrible (creo) y se ven súper sucios. Pero hay que entrar, pues nunca sabes cuando vas a llegar a tu destino.

Así pues, cuando pregunté a que hora salía el bus de Samaipata a Vallegrande, me informaron que no "salia", que pasaba por la carretera (solo aveces pasaba), uno debía pararlo y pasaba entre las 3 pm y las 7 pm.
Como no quería regresar hasta Santa Cruz, salí faltando un cuarto de hora para las 3 pm y esperé hasta las 4:30 pm. Ahí decidí que quizá no pasaría nunca, así que empecé a "echar dedo" (hacer auto-stop). Me paró un camión que transportaba verduras y me llevó hasta un pueblo llamado Mataral, a unas 3 horas de distancia.

Ahi había un desvío que yo debía tomar a Vallegrande, así que debía esperar otro transporte.

Luego de unos 30 minutos pasó una camioneta. Pararon dos muchachos y me ofrecieron llevarme. Como algunos saben, yo no puedo oler debido a un accidente que tuve hace unos años, así que tuve que recurrir a mi íntuición, pues parecía que habían estado bebiendo. Les dí las gracias y seguí esperando.

Una hora después pasó una familia y me recogieron. En el camino, en medio de la carretera, vimos el parachoques delantero de un carro en mitad de la vía. Cuando nos bajamos a ver, eran los muchachos que anteriormente me pararon, que perdieron el control y se fueron a un precipicio. Gracias s Dios no me monté con ellos!

Dormí en Vallegrande esa noche y al día siguiente tomé un camión de esos de ganado, pero que aqui transportan gente parada y niños acostados y cansado por las largas horas de viaje (ver foto arriba) a Pucará, centro urbano (léase pueblito de mala muerte) más cercano a la Higuera, lugar donde el Ché Guevara fué atrapado y fusilado.
De Pucará debía tomar un tour (que odio) o un taxi hasta la Higuera.

El taxi costaba 70 Bolivianos. Es un precio absurdo, teniendo en cuanta que son como 5 km y que mi presupuesto diario es de 30 Bolivianos!
Sinembargo se aprovechan, pues es eso o caminar cuesta arriba. De todas formas fuí a la alcaldía a preguntar si había otra forma de llegar y el alcalde me preguntó: "hm... a la Higuera... cuanto quiere pagar?". Le dije que máximo 50 Bolivianos ya que ya estaba allá, pues hacía el sacrificio. Entonces llamó a un concejal que también iba a ir allá y le dijo: "Ahi está, ella paga 50 y usted pone los 20 que faltan y se van juntos". El tipo aceptó, pero a mi no me hizo gracia pagar más. Sinembargo lo consideré porque el solo iba y yo regresaba, así que el taxi debía esperarme a mi y traerme de vuelta.

Por las dudas le pregunté al taxista cuanto nos cobraba solo por llevarnos a los dos y dijo: "Lo mismo, porque igual yo me tengo que regresar, así que me dá igual esperarla o dejarla allá". Así que ahí decidí que era injusto que yo pagara más y me jugué la última carta. Le dije al concejal que fueramos mitad y mitad y a él ya no le pareció, así que yo muy decidida (a pesar de que no tenía ni cinco de ganas de caminar esa loma) dije que me iba a pié. Él tenía que ir de todos modos, así que, o aceptaba pagar mitad o pagaba todo completo él solo... o decidía no ir, en cuyo caso se me tiraba en todo.

Gracias a Dios decidió aceptar mi propuesta y nos fuimos.

Esta historia se iba a llamar "los últimos pasos del Ché", pero como ahora me encuentro cerca a su lugar de nacimiento, decidí hacer una historia especial completa sobre Ernesto Guevara, así que por ahora no les voy a contar sobre la higuera.

Cuando terminé mi visita a la Higuera, el concejal fué a pagarle al taxista su mitad, pero el taxista no tenía devuelta, así que yo le dije que me lo diera a mí, yo le devolvía y luego le pagaba al taxista todo completo. Así lo hicimos y el taxi me llevó de regreso a Pucará y cuando llegamos le dí un billete de 100 Bolivianos, así que me debía devolver 30 Bolivianos. "Cuanto tengo que devolverle..." me dijo calculando mentalmente. "No sé,- le dije, - dependiendo en cuanto me lo vaya a dejar". Él, que había presenciado la discusión con el concejal se rió y me entregó 40 Bolivianos.

Así termina pues la historia de mi visita al lugar de fusilamiento del Ché y de cómo, en su honor, le tumbé finalmente los 10 Bolivianos al concejal... digno representante de la autoridad opresora!